Preparar un viaje, preparar una presentación, preparar la cena navideña, preparar un buen “cebiche” o un “pisco sour”, preparar-se para una  entrevista de trabajo, preparar-se para un examen, preparar-se para postular a …

¿Quién no ha deseado alguna (o más de una) vez,  seguir los pasos, secuencias, estrategias, y cumplir los  tiempos y  cantidades  exactamente necesarios para a lograr el producto deseado, o el ansiado puesto, ascenso, certificación, especialización, etc.? ¿Y cómo no haber considerado cada detalle, cada requisito para cubrir las demandas y exigencias del exquisito paladar personal o social ,  y poder así obtener eso  tan importante y nutritivo  para  tu desarrollo, imagen y prestigio ?

Podría parecer crucial conocer de antemano o, al menos, haber dado siquiera un vistazo previo a recetas que probaron otros,  y a toda clase de información que pueda servir para preparar tu “estofado”.  Hay quienes se remiten a la ciencia de cantidades exactas, digamos los más cerebrales y racionales;  otros, en cambio, indagan entre quienes ya pasaron por eso y tratan de succionar información a como dé lugar para no dar pasos en falso y así  realizar la operación con éxito. Todo este proceso, que comúnmente se considera normal cuando de querer conseguir algo se trata, pudiera también trasladarse peligrosamente al plan  de tu vida personal o familiar y (por extensión y repetición) a tu proyecto de Vida.

¿Te es familiar el escuchar cosas como: “Luego de terminar mis cinco años de estudios, me dedicaré al área de …que resulta muy ventajosa y en un par de años me especializaré en …. Así, podré acceder al puesto de…. lo que me abriría las puertas de un trabajo en….Y así  podría  ahorrar dinero para mi futuro” ?

O quizás esta: “Yo creo que lo más conveniente es conseguirme un  capital de 20 mil…  empezar un negocio, y trabajar duro unos  años. Los primeros 7 años reuniría  un capital de… con el que compraría un…. y lo pondría  a trabajar por 3 años. Y  luego de ese tiempo,  traspasaría  el negocio a otro,  lo que finalmente me permitiría obtener  unos…miles de soles y descansar.”

 Y esta: “Creo que una buena edad para comprometerse en una relación es a los 30 porque así ya tendría una estabilidad económica , y podría haber ahorrado unos……mil dólares, lo que me permitiría no tener que pagar renta y así educar a mis hijos (solo tendría dos), eso sí, en un buen colegio porque así tiene que ser. Y cuando ellos tengan 25 ya estarán independizados y yo podré viajar  y dedicarme a descansar y vivir de mis rentas.»

¿A qué te recuerdan estos soliloquios?

Si me permites ejercitar por unos minutos mis conocimientos (no muy sólidos) de aritmética y culinaria, intentaré reescribir los párrafos anteriores:

Si asumimos que:

a =  Estudiar/trabajar duro b =  Ahorrar dinero d =  Dinero prestado

Y  = Grados académicos Y*= Especializaciones U  =  Ganancias / utilidades P  =  Puesto de trabajo bien remunerado H  =  Hijo independiente económicamente D  =  Dinero ahorrado C  = Casa/departamento propio O  = Descansar/Vivir de mis rentas/Viajar

“Luego de terminar mis  5  años de estudios, me dedicaré al área de…que resulta muy ventajosa para que en un par de años me especialice en…. Y  luego pueda acceder al puesto de…. lo que me abriría las puertas de un trabajo bien remunerado y así  podría ahorrar dinero para mi futuro.” Podría ser traducido a la siguiente ecuación matemática:

5a + 2a  = Y*  + P + D

“Yo creo que lo más conveniente es conseguirme un  capital de 20 mil…  empezar un negocio, y trabajar duro unos  diez  años. Con las ganancias de Los primeros 7 años reuniría  un capital de… con el que compraría un…. y lo pondría  a trabajar por 3 años. Y  luego de ese tiempo,  traspasaría  el negocio a otro,  lo que finalmente me permitiría obtener  unos…miles de soles y descansar.”

7a + d = U                           -> (Primera ecuación  o etapa 1)

U – U + 3a  =   d + D + O    -> (Segunda ecuación  o etapa 2)

“Creo que una buena edad para comprometerse en una relación es a los 35 porque así ya  me habría terminado mis estudios en una buena universidad, conseguido un buen trabajo y  comprado mi depa, lo que me permitiría no tener que pagar renta y así educar a mis hijos ( solo tendría 2) eso sí, en un buen colegio porque así tiene que ser. Y cuando tengan 25, ellos   ya estarán independizados y yo podré  pasearme  y descansar.”

Receta:

Preparar la masa  utilizando Y y Y*,  P y  C  y dejarla reposar   por 30 años. Luego  preparar dos moldes bien engrasados y enharinados  (para evitar que la masa se pegue al molde y evitar el desperdicio). Los moldes  deberán  ser de vidrio refractario  para evitar que se rompan en el proceso de horneado.

Verter la masa cuidadosamente  y llevar al horno por 25 años.  Luego de este tiempo, se obtendrán 2H. Retirar, dejar enfriar, servirlo en porciones separadas y a disfrutarl- O!

Parece fácil seguir una secuencia lógica o mezclar ingredientes en porciones pre determinadas, pesadas y medidas  y lograr así  el ansiado producto que luce muy atractivo  en otros  escenarios, familias, amigos,  etc.  Parece ser que solo existieran el matemático, su ingenio, la fórmula /receta  y su solución. Tal vez,  resulta también práctico y funcional plantearlo así sin mayor complicación, porque  al fin y al cabo “querer es poder”, “el que estudia triunfa”,  “el que la sigue la consigue”, “tú puedes crear tu mundo con tus visualizaciones” y otros desvaríos  como esos.

Pero la realidad supera a la más calenturada y entusiasmada buena intención. Una fórmula es una simplificación utilitaria de una realidad vasta, cambiante e infinitamente compleja. Estamos inmersos en un océano de corrientes cambiantes,   que  en su mayoría son  más bien invisibles y ocultas a nuestros modestos cinco  sentidos. El pretender aplicar  una esquelética  fórmula para conseguir el ansiado producto en tu Vida, y más aún,  reprocharte el no haber obtenido los valores exactos de las variables – incógnitas y hallar la solución final,  es como pretender que piezas de distintos rompecabezas calcen preciso en la imagen diseñada especialmente para tu tablero:  único y maravillosamente irrepetible.

Y si volvemos  a la cocina, te diría que esto se parece un poco a lo que hace un niño cuando, en ausencia de su madre, decide  prepararse su primer sándwich: Acaba con la reserva de jamón, derrama la botella de leche  que estaba al lado de la bolsa del pan, y chisguetea el kétchup y la mayonesa sobre la mesa y manteles. Tampoco puede calcular bien el tiempo que tardará en ser descubierto por el ojo crítico de su madre.  Finalmente, esta corta historia tendrá dos posibles desenlaces: a)  La madre se sorprende al ver el desorden y el desperdicio  pero alienta al niño por  su intento de hacerse un sándwich  él mismo y le da recomendaciones  para una próxima vez , o  b)  La madre  grita y recrimina al niño por  no saber hacer bien  las cosas y le muestra su fastidio por haber creado todo ese desorden y desperdicio,  y no solo en ese momento ,sino cada vez que vuelve a recordar el incidente.

Tengo la fortuna de conocer a una mujer muy sabia y que además es mi gran amiga; se llama  Nola  Vilchez y  estudia repostería desde hace ya un tiempo. Cada vez que la encuentro le pregunto cómo le va en  sus estudios y ella sonriendo y con un hermoso brillo en su mirada, responde:

“No sé cómo explicar lo que siento cada vez que aprendo algo nuevo, siento mucha alegría mezclada de gran emoción; me siento muy feliz. No solo una vez he fallado en una receta, en realidad, han sido varias veces; pero no me desanimo, al contrario, cuando algo no me sale bien lo siento como un reto, como un desafío y lo vuelvo a repetir no sin antes analizar y ver en qué fallé.  Lo intento y lo intento hasta que salga muy bien. Aprendo mucho más de la práctica que de la teoría”.

Y lo mismo pasa en cada Vida, en cada intento, en cada camino nuevo que recorres: No hay fórmulas exactas, ni recetas pre determinadas infalibles, no hay garantías ni certezas. Solo existen la determinación, el experimento, el riesgo inherente a todo proceso nuevo (o no tan nuevo) y finalmente,  el aprendizaje.  La vida se encarga del resto, de abrirte  los caminos, de ajustarte  las tuercas, de sorprendente con variantes inesperadas.

Entonces se trata solo de ponerse manos  a la obra con los recursos, información e ingenio disponibles y lanzarte al ruedo sin desgastar tu cerebrito en imágenes de resultados “óptimos” o tan siquiera “esperados”. El disfrute está en el intento, en el proceso,   en el descubrimiento. Porque al fin y al cabo se trata de Tu Vida, y esta viaja siempre en el camino evolutivo , en ese sendero pleno de variables conocidas  y desconocidas, de leyes aun no formuladas , de temporadas de siembra y cosecha , de plagas, sequías y primaveras, de vendavales y límpidas auroras. Eres un niño preparándose su primer sándwich  y eres la madre con las dos posibles opciones. No te traiciones.

Y si sientes que el postre salió muy dulce o el aderezo muy picante, lo aprendido ya está impregnado en tu conciencia para siempre, y lo que viene  a continuación es simplemente  seguir aprendiendo… Pero como nunca está demás conocer el “secretillo”  de algún experto  chef (que más sabe  por viejo que por chef), me atrevo a decirte:

Mi secreto es asegurar que en mi cocina  no falten nunca tres valiosos e insustituibles ingredientes:

• Encontrar-te en la mirada de un alma amiga y compañera.
• Dejar volar tu alma y tu  cuerpo al escuchar la música que te inspira y…
• Disfrutar a morir con una buena carcajada.

Entonces, ¡manos a la obra!…¡Y que sea grande la tertulia!