¡YO QUIERO SER!

Yo quiero ser… yo quiero llegar a ser yo voy a capacitarme para … yo deseo especializarme en… etc. La secuencia interminable de “quereres”, “deseares” y “aspirares” con las que los seres humanos (tú y yo incluidos) impulsamos nuestro discurrir en este mundo. Así canalizamos nuestras intenciones para ubicarnos en el espacio-tiempo con ciertas coordenadas que nos sostengan e identifiquen en esta realidad; indicadores que nos darán la identidad que necesitamos para sentirnos vivos, activos y desarrollados.

 Todo bien con eso, pues no creo que exista problema alguno por hacer cosas que nos conduzcan a hacer realidad (algunos prefieren decir “manifestar”) nuestros sueños y metas. Pero me ha pasado (y tal vez también a ti) que, en el camino de conseguir esas metas, encontraba situaciones complicadas, a veces inexplicables, que me llevaban a desear entender mejor lo que estaba pasando, la verdad más allá de lo que podía ver, oír y percibir con mis sentidos e inteligencia, es decir, aquellas cosas que se movían detrás de las apariencias.  En fin, quería entender más y mejor. Este deseo sincero me llevó a caminar en la dirección que consideraba correcta en ese momento, a tomar ciertas decisiones aun cuando no siempre fuera lo conveniente o esperado por los demás, y ocurrió que, al igual que cuando transitas caminos cercanos a fronteras geográficas, crucé sin proponérmelo esa línea invisible que separa un territorio o país de otro y que no siempre está señalizada de modo que puedas advertirla a tiempo y decidir conscientemente si pasas o no al otro lado.

Entonces mi realidad empezó a cambiar, había cruzado, sin querer queriendo, una frontera invisible y ahora me encontraba en una nueva región, en un  lugar con recursos, valores  y formas de relación distintos.  Había cruzado una línea de separación, no física, sino de estado de consciencia, de evolución y apenas si lo notaba. Esto me pasó, pero estoy segura de que te ha pasado o te va a pasar en algún momento, a ti o a cualquiera de nosotros. Que tus deseos íntimos y ciertas decisiones conviertan, en un instante crucial, tu “Yo 1” en un inesperado “Yo 2”.

Esto puede ocurrirte sin que lo notes al inicio, imperceptible, sutil, silencioso…Aparentemente todo sigue siendo igual, tu entorno cercano, tu trabajo, tus relaciones personales y sociales, pero hay algo que empieza a mutar, pues se han despertado dentro de ti radares que detectan otras señales, oídos que escuchan más nítidamente y captan nuevos sonidos, ojos que ahora  ven los matices de  colores conocidos  y aún nuevos colores , y sobre todo, células que  sienten  más intensamente; empiezas a comprender por qué  ocurren y te ocurren algunas cosas, de dónde vienen tus  temores, impulsos, necesidades,  comportamientos; empiezas a ver más allá de lo evidente, empiezas a crecer…

Así es como se despliega el irreversible proceso del cambio interior, no se anuncia ni se visibiliza ni se puede trasmitir por las redes como un cambio de look o un logro personal, profesional o económico; este proceso no es científicamente medible, es más bien discreto y silencioso.

Todo bien hasta allí, pero como nada es perfecto , aparece  lo que podríamos  llamar “un problemita”: Continúas tu discurrir en la vida (porque por supuesto que no te has muerto o vuelto invisible), sigues trabajando, haciendo las cosas habituales  y frecuentando la misma gente;  pero ahora que percibes más y mejor algunas cosas, los viejos conocidos de tu entorno  te siguen viendo igual,  o mejor dicho, quieren seguir viéndote igual,  y esperan de ti lo mismo que hasta hace muy poco les ofrecías, ni más ni menos que eso, y si tú no respondes a esas expectativas, entonces  empieza el roce, el ruidito ese que incomoda y alerta de alguna anomalía en el sistema ya  conocido (la imagen que tiene de ti).

Procuras mostrarte como de costumbre o incluso te esfuerzas por seguir siendo “el mismo”, pero ya no hay vuelta de hoja, tus coordenadas han cambiado interna y sustancialmente. En algunos casos, la reacción de los viejos conocidos será más intensa y se expresará como juicios, críticas y rechazo; en otros, estará atenuada por comentarios como “está un poco raro(a) ¿no?”, “no sé qué le está pasando” o “yo creo que a partir de … se ha puesto así”, etc. Habrá que lidiar con todo eso y en la medida que avanzas en tu nueva realidad, tendrás que ser más firme en algunas decisiones, desprenderte de algún ropaje (no necesariamente físico), guardar algunas máscaras, respirar profundo y seguir avanzando. Serán muy pocos los que noten tu cambio y lo aprecien, los que te miren con nuevos ojos, los que intenten descubrir tu nueva versión; pues les hablarás y no te oirán, te mostrarás, pero ellos  solo querrán verte como te conocieron y te etiquetaron, te esforzarás, esperarás , intentarás contárselo de mil maneras, pero no te leerán, no te verán. Habrá entonces que aceptarlo y seguir andando…

Sé que esto último no se presenta muy amigable y que si te hubieran dado la oportunidad de elegir, tal vez hubieras preferido quedarte con tu “Yo1”, abrigadito en casa y acurrucado en tu viejo y cómodo sillón, pero la Vida (la real, no la que imaginaste o te contaron) es eso: un torrente incontenible de energía que se transforma, que muta, que discurre por caminos y regiones con límites invisibles que has de cruzar inevitablemente en el camino de tu evolución. A unos les toca antes, a otros después o muu…cho después. La parte divertida del cuento es que, en tu nueva realidad, tu Yo2 incluye a tu Yo1. Lo has incorporado para trascenderlo, por lo tanto, le puedes sacar el máximo provecho y recurrir a él cuando quieras reafirmar las verdades, pues ya sabes de dónde vienes y valoras el trecho recorrido. Y con suerte, algún día te volverás a encontrar con tus viejos conocidos, esos que no vieron o no pudieron aceptar en su momento tu nueva versión, y que  ahora, luego de algún tiempo, podrían estar dispuestos a  establecer contigo una nueva relación, porque quizás ellos también cruzaron  alguna línea fronteriza en ese tiempo.

Pero no siempre ocurrirá, así que, a respirar profundo y continuar creciendo, pues tu “Yo3” está pulsando por darte el encuentro, que ocurrirá seguramente cuando menos lo imagines.

¡Feliz cruce de fronteras!

Deja un comentario