Hay un solo Sol, hay una sola Luna… Existe un Único Hijo y está sentado a la derecha del Padre… Tienes solo un padre y una sola madre… Hay una sola salida a este problema…
Estas solo, vives solo, trabajas solo, lo(s) criaste sola(o), murió solo, te sientes solo(a)… ¿Te quedaste solo(a)?
“Solo”, detrás de esta palabrita puede esconderse el sentido de “ser un ser único” o “ser el que carga con todo sin ayuda ni compañía” y aunque el diccionario diga que son dos acepciones diferentes de la misma palabra (lo que llaman homófonos), yo diría que todo depende del cristal con que lo mires.
Porque “estar solo” no es lo mismo que “sentirse solo” o “vivir solo” aunque a veces estas tres frasecitas se entrelacen en el tejido de tus pensamientos y quieran permanecer inseparables en un conveniente estado de “adaptación” que hará que permanezcas eternamente dentro de tus circunstancias cotidianas.
Estás solo cuando miras los cinco planos físicos que te rodean y no ves ni un simple mortal. Y esto puede simplemente significar que estás en la ducha de tu baño (disfrutando del agua limpiando tu cuerpo mientras te imaginas un próximo encuentro laboral, social o amoroso), o también podrías estar recorriendo un hermoso camino y disfrutando del más bello paisaje sintiéndote dueño del espacio-tiempo.
Sentirte solo(a), en cambio, debe parecerse un poco a lo que alguna vez una amiga muy querida me confió:
“¿Sabes, Vicky? Aunque yo haya pasado todo el día pensando en un tema de conversación que podría interesarle a él, o a ambos, cuando llega a la casa siento que me responde casi automáticamente, como si tuviera las mismas respuestas para mis diferentes preguntas. Son palabras distintas pero la forma en que las dice, la sensación que me produce, su forma de no mirar-me, me hunde en un abismo. Siento que siempre estoy (está) en la otra orilla de un río inmenso, que por más que intente no lograré cruzar nunca”.
También puedes “sentirte solo” si no logras comunicar a otra persona un mensaje que es importante para ti, o cuando te encuentras en una reunión social y respondes a una banalidad con otra banalidad, o a una estupidez con otra estupidez, o a una mentira con otra igual o peor (según tu grado de hartazgo), o cuando en el círculo familiar o aún en medio de una multitud no logras sentir-te ni conectar-te y solo sostienes tu cuerpo en modo “Ahorro de batería”.
Y no puedo dejar de mencionar las veces en que, sentada(o) frente a tu laptop o hurgando con tus yemitas la pantalla de tu celu, buscas ansiosa pero inconfesadamente alguna posibilidad romántica a través de algún contacto de tus contactos, o en las páginas o apps de matching de parejas en sus múltiples versiones; práctica benigna en la superficie pero de raíces cercanas a nuestra frase en análisis (“Sentirse solo(a)”). Ojo que con esto no estoy desmereciendo lo divertida que puede ser esta indagación (pues es una forma inocua de soltar unas cuantas carcajadas); mi reparo está más bien en el síndrome “Volver a tu realidad” luego de la resaca de una noche de copas en el bar equivocado.
También está el “Me siento tan solo desde que él (ella) me dejó” “Le aguanto todo porque no quiero quedarme solo(a)” “Solo con él (ella) puedo ser feliz” “Si tan solo me hubiera(n) elegido a mí”. Y existen aún muchas otras versiones del solo y del “sentirse solo”. Algunas tienen que ver con la sensación de “no pertenecer”, de estar fuera de todo, de no encajar, de querer que el mundo se detenga para bajarte de él.
Vivir solo, en cambio, tiene más que ver con una decisión que con una condición (o maldición). Es experimentar por algún tiempo (o más) la posibilidad de recorrer el más vasto campo que te llevará al auto conocimiento, a la valoración de cada una de tus habilidades, a desarrollar tus facultades de manera que no podrías haber imaginado antes. Es como un ciego que privado de la vista, desarrolla al máximo el resto de sus sentidos: su percepción auditiva, táctil, olfativa, gustativa y más.
Disponer de tiempo y espacio para decidir a cada instante lo que quieres hacer (o deshacer), te ofrece un amplio margen de libertad, un equipado laboratorio para experimentar por cuenta y riesgo las mil y una noches, días y tardes de tu vida; el decidir sin tener que reportarte a ningún ojo crítico observador. Te regala el poder decidir a quién escuchas, a quién evitas, quién te visita y esto se parece mucho a organizar una gran fiesta (la fiesta de Tu Vida) en la que disfrutarás al máximo con tus invitados, porque al fin y al cabo, los escogiste tú.
Y también serás tú el (la) que decida cuándo compartirás tu casa, tu espacio y parte de tu tiempo. Será el mejor entrenamiento para una vida en común si así lo decidieras. O simplemente, te ayudará a descubrir que nunca estás solo, que existen otros mundos, otras formas de comunicación, descubrirás canales de comunicación sutiles que quiebran las leyes del espacio- tiempo, que la M de Miedo puedes también conjugarla con otras vocales y crear nuevas frases como: Me Cuido, Me respeto, Me hago feliz. Será como subir una montaña y ver un poco más allá de lo que veías desde la ventana de tu casita al fondo de la quebrada. Y serás consciente de la existencia de otros valles, de otros cielos, de otros ríos, de otros habitantes del otro lado de la montaña.
Vivir solo no es la circunstancia que te hará sentirte solo, este es solo un juego de tu mente o una pócima del romanticismo masoquista que te tomaste tal vez sin darte cuenta, pero que por suerte, es solo de efecto pasajero.
Entonces descubrirás que el Hijo Único existe pero no está sentado a la derecha del Padre sino que está ahí, cerquita, a una respiración de tu corazón, que solo hallarás y te hallará en el silencio, en ese silencio que te han hecho creer que es “el cuco de la soledad”.
Tampoco existe un solo Sol, hay muchos, y junto con ellos incontables sistemas planetarios, universos y multiversos. No hay una sola luna (para muestra bastan las 53 de Júpiter). Y es verdad que tienes un solo padre y una sola madre y que gracias a ellos puedes existir en tu versión solo (ser un ser único, irrepetible) en esta dimensión.
Creo que no existe el solo en el sentido absoluto, creo más en el solo irrepetible y conectado con todo lo que existe y por lo tanto inmune a la “soledad”. Y sé (porque pasó por este pechito) que el “sentirse solo” es solo un estado transitorio del Ser, la luz verde del semáforo que te indica que puedes cruzar y avanzar… avanzar hacia tu plena libertad. Serás Tú quien finalmente decida, luego de cruzar, si empiezas a organizar la fiesta de Tu Vida o te quieres colgar cantando con Franco de Vita y Gilberto Santa Rosa “Te veo venir soledad”.
Y no te dejo el link, porque ya tiene 27 millones de adictos al sufrimiento inútil. Y aunque me encanten esas voces y esté buenísimo en ritmo y melodía… ¡Ya basta de desperdicio!