Mentir….decir las cosas a medias….no decirlas, acomodar una situación para evitar una reacción desagradable en el otro (“dorar la píldora”)…inventar…recrear información para lograr que otro haga lo que quiero (manipular)…exagerar…cuidar la imagen, etc. etc., no son más que variados matices del amplio, colorido y siempre bienvenido Arco Iris que danza entre la verdad y el engaño.
El sabio sociolecto las registra como “mecer”, “pasear”, “florear”, etc, y casi siempre surgen así como jugando, pero si el engaño algún día se descubre…(no, por Dios !!) No nos quedaría más remedio que responder como el inocente Chavo del 8: “Fue sin querer queriendo “.
Y es que no puedo decirte y creo que tampoco tú a mí que no has dicho nunca una mentira, que tus principios te lo impiden y que andas por ahí con la frente en alto orgulloso de tu sinceridad.
Los estudiosos de la psicología infantil afirman que un niño empieza a mentir a los 2 años y lo hace por evitar un castigo, por quedar bien con sus seres queridos o por proteger a otros o auto protegerse.
También se dice que hay cerebros que por su estructura son más capaces de mentir que otros y que esto tiene mucho que ver con el cociente intelectual de una persona.
Si nos queremos poner estrictos, podríamos decir que mentimos no solamente cuando decimos cosas que no son verdad sino que puedo también mentir sin palabras (¿?) Sí, sin palabras: Cuando, por ejemplo, regalo una sonrisa falsa fingiendo que me cae bien algo o alguien.
¿Y qué del Photoshop para disimular algunas arruguitas o rollitos? ¿O cuando dices que te bebiste solo dos piscos sour en lugar de 4?
Y cuando respondes con el inocente: “Bien” (¡Estando hasta el cien!) Cuando te preguntan ¿Cómo estás? Eso, según los extremistas del debate es también ¡¡una vil mentira!!
También se habla de una necesidad de mentir motivada por una baja autoestima, falta de confianza en uno mismo, temor a la crítica, al rechazo o al castigo, por vergüenza, y en algunos casos, también para manipular a otros.
No faltan en este somero inventario los megalómanos y mitómanos quienes mienten de manera compulsiva y patológica; es decir, falsean la realidad para hacerla más soportable e incluso llegan a distorsionar la imagen que tienen de sí mismos generalmente con delirios de grandeza. Y terminan creyéndose sus propias mentiras. Estos son considerados trastornos psicológicos más severos.
Y en el otro extremo tendríamos a las “mentiras piadosas” o “blancas”, aquellas que se dicen para aligerar el peso e impacto de una cruda y detallada verdad. O las que surgen como una respuesta a un instinto de supervivencia o autoprotección en una situación de riesgo que amenaza nuestra integridad tanto física como psicológica (cuando es necesario, por ejemplo, proteger tu privacidad ante una pregunta impertinente de la vecina).
Y como el ingenio humano es muchas veces sorprendente, no podemos dejar de mencionar la famosa técnica de “Mentir diciendo verdades”, conocida también como “medias verdades”.
Cuando por ejemplo alguien te pregunta: ¿Pagaste los recibos de servicios? y tú respondes:
“Ya pagué”, (pero lo que pagaste fue tu celu y la cuota vencida de tu crédito personal). Esto se conoce como tergiversar, que no es otra cosa que usar verdades para engañar, herramienta muy útil, que te ejercita además en el arte del ensamble.
A estas alturas ya te habrás dado cuenta que el asunto de las mentiras es mucho más complejo y variopinto de lo que parecía. Y es que realmente es así.
En el interesante estudio “La verdad de las mentiras” realizado por Luis R. Hernández Gonzales, se concluye que pese a que las razones más comunes por las que la gente miente son la necesidad de modificar la realidad y de evadir responsabilidades, por encima de estas razones, se encuentra el deseo de proteger a otra persona o a nosotros mismos.
De esta manera, no resulta muy saludable juzgar con severidad al que miente. Sería mejor entender las diferentes facetas de la naturaleza humana a las que no escapa aun el más moralista. Evitar las mentiras en lo posible y analizar muy bien la situación antes de recurrir a ellas, nos protegerá de habituarnos a usarlas como recurso fácil y terminar perjudicando nuestra imagen y confiabilidad.
Como reflexión final diría que no hay peor mentira que la que te dices a ti mismo, esa que quiere disimular una insatisfacción interna o aún una ligera incomodidad que ha quedado instalada en tu alma y habla despacito, pero…no deja de hacerlo. Son esas formas de autoengaño que responden a una necesidad física, emocional o espiritual que no has atendido (o has postergado por años) con un: “hay cosas más importantes que hacer” o “aún no estoy preparado”, “no creo que tenga el valor”, “yo soy así”, etc.
No hay mayor verdad que la que conoce tu corazón; por eso, si alguna vez le mentiste te aseguro que luego de un tiempo, cuando decidas no hacerlo más, lo escucharás decir: “Nunca me incomodaron tus mentiras porque sabía que un día, hallarías la verdad”.
Y cuando vuelvas a preguntar “Espejito, espejito… ¿Quién es…?”
Tu corazón, latiendo alto te responderá:
“El Ser más bello…eres TÚ“.
Es inevitable no mentir creo que a veces somos nosotros mismos que nos engañamos a sí mismos, pero a la vez también somos seres pensantes, sabemos que nuestro subconciente siempre nos delata y nos dice como seguir actuando y ver nuestros errores .La verdad nos da una lección de vida. Me encantó estas palabras Vikita, para reflexionar.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Como dices, Patricia, hay algo dentro de nosotros que sabe y siente cuando algo no anda bien y de una u otra manera se las ingenia para hacérnoslo recordar. Lo bueno es que solo necesitamos estar atentos y corregir lo que sea necesario en nuestra vida. Siempre hay una nueva oportunidad. Un abrazo enorme y gracias por compartir tu sabia reflexión.
Me gustaMe gusta
Me encanto este post, me ha puesto frente al espejo y acepto con mucha humildad que miento mas de lo que creía,lo bueno es que lo se , lo admito, para mi es, como ponerme un atuendo practicar la sonrisa antes de salir, eso llama a la amabilidad de mi entorno , me siento mas tranquila la visión del día mejora. Luego me siento feliz y «ESTO ES VERDAD» mi verdad.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Rosa, ¡cuánta verdad en lo que dices ! porque es tu actitud ante a vida la que prevalece. Al ser fiel a ti misma, a lo que tú deseas dar, la vida se encarga de proveerlo. Sigue viviendo en esa Verdad y disfrutando la maravillosa libertad de Tu Ser. Te agradezco mucho tan bella reflexión.
Me gustaMe gusta