Un pensamiento puede ser el producto de un razonamiento lógico (o no tanto), de un recuerdo, de una idea (que ilumina cual potente foquito LED o a veces tan solo como velita misionera), de una fuerza obsesiva que hace que se repita y se repita en la mente, o simplemente, es resultado de la “dieta” que tu mente recibió como alimento: noticias, shows de TV, las fotitos de las redes sociales, la pegajosa publicidad, etc.
Un pensamiento es una elaboración mental de naturaleza casi indefinida que irrumpe en el espacio de tu mente y a veces entra sin permiso en el jardín de tus emociones. Allí, si no te das cuenta, arrasará con flores, frutos, semillas y raíces, no solo de tu producción presente, sino que también podría acabar con tus reservas para próximas siembras.
Un pensamiento, un inofensivo pensamiento puede alcanzar la categoría de huracán si lo dejas correr libre y sin freno; pues puedes llegar a creerte el cuento de que tus pensamientos son la realidad y les permitas que muevan emociones en ti que pueden llevarte a reaccionar y decidir precipitadamente.
Los pensamientos surgen en la mente porque la función de esta es pensar, como la de una licuadora, mezclar y la de una tostadora, hacer tostadas. El origen de los pensamientos no necesariamente es una fuente de agua cristalina que garantiza que la idea que contiene sea cierta y confiable. Podríamos decir que el campo mental responde también a la conocida frase: “Somos lo que comemos”, que yo cambiaría por “Pensamos según alimentamos nuestros sentidos”, es decir, según lo que vemos, lo que escuchamos, de qué gustamos, a qué o a quién(es) nos acercamos, etc.
Así como tu cuerpo físico se alimenta saludable o no tan saludablemente, igualmente tu mente (generadora incansable de pensamientos) engullirá, deglutirá, procesará y sintetizará lo que le proveas como estímulo para producirlos. Si consumes ruido y caos, producirás pensamientos de hastío y desilusión, si consumes mucha violencia, pensarás y reaccionarás a la defensiva o agresivamente; si durante gran parte del día recoges solo limones verdes, llegando a casa tenderás a prepararte solo limonada ácida.
Me dirás que si estás rodeado de desorden estás condenado a ser parte de él, pero yo te diría que hay otra opción y está no depende absolutamente de nadie que no seas tú. Y es que eres dueño y señor de tus pensamientos, tus sentimientos, tus decisiones y acciones. Es vedad que la presión social, laboral y familiar puede ser muy fuerte, pero hay un espacio precioso de libertad que vive dentro de ti, un lugar en donde solo gobiernas tú. Eres tú quien elige qué le gusta, qué necesita, qué te hace vibrar más alto, qué te despierta el alma, qué te estimula los sueños. Que lo hagas o no también es tu decisión, y ni siquiera estás obligado a hacerlo. Simplemente te recuerdo que la vida es lo suficientemente generosa para renovarte la posibilidad de optar por una actitud diferente, no solo cada día, sino, a cada instante.
Te digo esto porque hoy, al encender mi laptop y pensar sobre qué escribiría, recordé que hace algunos años (cuando aún no tenía idea de que podría iniciar un blog), mientras esperaba por una entrevista de trabajo y con la mente lanzándome pensamientos de si conseguiría o no la chamba, decidí parar la maquinita de pensar y tomando una hoja de papel escribí esto:
“Había una vez una mujer, de un mundo muy lejano a la Tierra, que por esos azares del destino apareció viviendo aquí pero había olvidado por completo su origen y sus dones. Una tarde de setiembre, mientras esperaba ansiosa por una entrevista de trabajo, pensó: “Hay gente que nace con un destino interesante: los artistas, los escritores, los músicos, los filósofos, Ah! … ¡esos sí que tienen talento y lo desarrollan!”. Luego pensó en cómo era ella: Ella… también tenía aptitudes y virtudes, ella…. era una buena persona, responsable y seria, generosa y confiable; aunque a veces sentía ese cosquilleo en el corazón, que llevaba a su mente a acariciar ideas lejanas como “plenitud”, “autenticidad”, “hacer lo que a ti te gusta y que te paguen por eso”…
La rutina diaria del trabajo y las responsabilidades dibujaban el paisaje de su vida devorando las semanas, los meses y los años. La aceptación social y familiar reafirmaba a diario la amplia y a la vez resistente jaula de su alma cautiva que se resistía a morir.
Pero había veces, en que escapando furtiva, su alma se hacía notar entre notas musicales, renglones de poemas, o frases de algún inspirador personaje de novela. Y había tardes, en que el alma (su alma) tomaba descanso de tan fatigoso empeño, y salía a dar una vuelta para posarse en los tenues, y a veces luminosos, colores del atardecer…”
Julio, 2010
Por supuesto que no conseguí el entonces ansiado trabajo, pero hoy puedo considerarme afortunada de haber puesto en aquella hoja de papel el esbozo de algunas reflexiones que entonces solo eran el embrión de las que hoy escribo o comparto en las Reuniones de Encuentro. Al enfocarme en ideas que tenían que ver directamente con lo que yo deseaba hacer, pude apartar de mi mente (mientras esperaba ser llamada a la entrevista), pensamientos como: “Debo conseguir ese trabajo”, “Ojalá me vaya bien en la entrevista”, “Si no consigo este trabajo, no sé qué voy a hacer”; pues estos eran solo elaboraciones mentales que parecían ser verdad, pero en realidad, ni siquiera se aproximaban a lo que la Vida me regalaría en los próximos años.
Anímate también tú a soltar algunos pensamientos persistentes que te generan inquietud y conecta con aquellos que te hacen sentir libre y feliz; aunque solo sea escribir unas cuantas líneas en un hoja de papel, o escuchar la música que te inspira y volar mágicamente entre sus notas, o tal vez, hacer por media hora lo que realmente te apasiona. Te aseguro que la Vida y el Ser que realmente eres te darán grandes sorpresas. Como esta que me ocurrió a mí hoy: que si llegaste a leer hasta aquí, sabré que aquellas líneas escritas hace ocho años, encontraron hoy un nuevo, sensible e interesado lector.
Parto agradeciéndote tan bello e interesante tema acerca de los pensamientos. Me disipa las interrogantes que tengo sobren mi forma de pensar donde involucro mis emociones y por eso entro en conflicto conmigo misma. Al leer esto haces que vea lo fácil que es no complicarme mucho con mis pensamientos, ya que solo debo decidir, porque decidir lo cambia todo.
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Cuando los pensamientos me llevan a imaginar situaciones que quizás nunca ocurran o proyectan temores que están escondidos en mi mente, puedo perder una energía valiosa y también mi tranquilidad y equilibrio. Como bien dices, hay que mantenerlo simple, evaluar la situación y simplemente decidir. Los resultados ya se evaluaran en otro momento. Muchas gracias por tu reflexión,
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Es cierto Milagros, los pensamientos aparecen por diversas razones y a veces se sitúan en la mente innecesariamente. Creo que lo importante es darse cuenta y situarse en la situación presente decidiendo a cada instante la actitud que tomaremos frente a ellos. Me alegra saber que te sirvió esta reflexión. Un abrazo y hasta pronto.
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