“Lo importante es que sepas muy bien lo que quieres, hacia dónde vas y dónde quieres llegar exactamente”.
¿Te suena conocido? ¿Te lo dijeron alguna vez así, con ese tono serio y bien intencionado? ¿Fue tu padre, tu madre, algún hermano mayor o quizás un buen profesor o tutor?
Y si fue así, ¿cuándo ocurrió? ¿A los 15, 20, 30, tal vez? ¿Luego de tu primera juerga de amanecida? ¿Al revisar alguna ensangrentada libreta de calificaciones o cuando dijiste que no te gustaba la carrera que habías empezado un par de años atrás? ¿O quizás fue cuando le confesaste a alguien que estabas saliendo con dos o más personas a la vez?
¿No te cayó el sermoncito como una tonelada de hormigón y la descarga te llegó al alma con el peso equivalente en culpa y pensamientos como: “Oh, soy un inconsciente, un irresponsable, un desadaptado, un fracasado y algunos otros “-ado”?
Y es que este “consejito”, que pueden dártelo a los 15 como a los 30 , 40 o quién sabe hasta cuándo, se ha convertido por el uso y abuso continuo, en una sentencia inapelable que te coloca las esposas y te encierra en la celda de los “inestables” o “desadaptados», estigmatizándote como el elemento “distinto” , el que no “encaja» y por tanto resulta perturbante en esta sociedad caóticamente organizada.
¿Cómo puede alguien pedirte que sepas exactamente y con certeza y anticipación de vidente lo que quieres o a dónde vas, en asuntos como los estudios, el trabajo, el amor, etc., y que te conduzcas en la vida como un conejito de laboratorio cuyo comportamiento es absolutamente predecible luego de haberle suministrado ciertos estímulos e inoculado extrañas sustancias para estudiar su conducta “típica o atípica” dentro del laberinto?
No estoy diciendo que tu buen profesor o mi padre no tuvieran la buenísima intención de dirigirnos por el “ buen camino ” y salvarnos de los senderos de la perdición y el ocio; lo que creo que pasó más bien es que se creyeron el cuento de que el “mejor camino” para ti lo señalaban otros ( esos modelos o estereotipos que la sociedad señala como válidos y de reconocimiento) , y no llegaron a comprender que solo a través de tu propia experiencia , del encuentro de tu naturaleza, tus dones, talentos, inclinaciones, pasiones y visiones con esos patrones sociales, podrías recién empezar a recorrer los senderos de tu desarrollo y realización . Que solo a partir de entonces , estarías en condiciones de reafirmarte en el camino elegido o cambiar de rumbo y seguir la búsqueda hasta hallar el buen camino para ti conjurando así la preocupación de los tuyos por tu “inestabilidad vocacional/emocional/laboral”.
La vida es permanentemente inestable y pretender lograr cosas para alcanzar una estabilidad que “asegure” tu existencia, puede llevarte una vida entera de decepciones y la sensación intermitente de que aun te falta algo para poder sentirte seguro. Es como estar en una pista de patinaje llena de globos de colores entre los cuales hay unos cuantos etiquetados como “ éxito” ( porque así se le ocurrió a alguien en algún momento) y empezar a patinar con la consigna de recoger los globos “correctos” sin darte cuenta que en cuanto logres hacerte de unos cuantos, los otros patinadores de la pista vendrán también por ellos y tu anhelada estabilidad se perderá al segundo; pues ahora tendrás que defender tus globos y mantener el equilibrio , pero esta vez con las manos ocupadas . La pérdida de algunos globos o tu caída serán inminentes. Pero… ¿no era que los benditos globos del “éxito” te darían seguridad y una vida tranquila y estable?
El mundo de hoy gira aún más rápido que hace apenas una década. Las pistas de patinaje están plagadas de visitantes cada cual más diestro, entrenado, marketeado…que mientras patinan, trasmiten en tiempo real sus imágenes, historias y estados pretendiendo ganar más observadores/seguidores entre el público sentado en el coliseo/mundo virtual, y con ello, un espacio en otras pantallas que les asegure visibilidad. Pero olvidan que todo está en continuo movimiento, y no solo ahora, sino desde la explosión primigenia o creación divina, como prefieras llamarlo; y aunque sus esfuerzos vayan en la dirección de obtener protagonismo y seguridad, la propia naturaleza de la pista de patinaje, los patines, los patinadores y sus parecidas intenciones hará de la ansiada seguridad, una quimera.
¿Y sabes? Este no es el único desperdicio. Al creer que su realización puede darse solo en esa pista de patinaje, los patinadores pierden de vista que existe un vasto mundo circundante en el que no solo existe el hielo como superficie de desplazamiento, sino llanuras, valles, ríos, montañas, quebradas, océanos y hasta otros continentes; que la pista de patinaje es solo una posibilidad de desarrollo con reglas de juego inventadas por alguien que supuso que todos llevarían patines y desearían obtener los globos marcados.
Aclaro que no estoy para nada en desacuerdo con que estudies una carrera y desarrolles una profesión, que adquieras propiedades inmuebles o te cases por la iglesia. No, lo que te quiero decir es que no te creas el cuento de que los condicionantes de la sociedad en la que vives, como son el sistema de creencias, la cultura oficial, las tradiciones y costumbres , lo que te cuentan los medios de comunicación, etc. son los únicos códigos válidos para desarrollarte como ser humano. De lo que se trata, más bien, es de decidirte a vivir tu vida con la consciencia de que esa forma particular de trabajo, estudios, familia… es solo una opción entre muchas otras que tu capacidad creadora y naturaleza de ser vivo en continúa evolución, puede ofrecerte. De esa manera, no existirá una única forma de hacer las cosas, de decidir situaciones, de emprender algo, de volver a empezar.
Y las ideas también cambian. Esto que te digo también seguirá el curso inevitable de la transformación; pero eso no me desanima a decirte que si hoy tuviera que dar algún consejillo, diría:
- Todo se mueve, nada es estable.
- La vida es más que una pista de patinaje; es como un inmenso océano con oleadas que dependen de vientos que no puedes controlar. Aprende a surfear, y a surfear se aprende surfeando.
- Lo importante no es a qué sitio llegarás exactamente cuando la última ola te lleve a la orilla, sino lo que aprendiste mientras dribleabas las olas en océano abierto. Tu gran tesoro es lo que al llegar puedas ofrecer como aprendido.
- La vida es compartir, no competir.
- Recorre los caminos en zapatillas, alpargatas, botas o patines, pero nunca olvides que quien elige el camino o la pista y marca la ruta, eres TÚ.