Recorrer las calles de una ciudad importante dentro de un bus de transporte público puede ser un acto tan cotidiano y aburrido como cualquier otro que te obligue a moverte de un lado a otro y tener que compartir el saturado espacio físico y escaso aire mientras llegas al destino deseado.
Y si aún no te ha engullido el apego a la tecnología, puedes quizás mirar un momento por la ventana del bus y ver cómo cada día pareciera aumentar la cantidad de gente que circula en calles y avenidas. Todos tratando de llegar a un destino, pero igualmente ansiosos o ilusionados de culminar con éxito las metas del día.
Si lo miras con detenimiento, los que están en circulación se encuentran en el estado de “- endo o -ando”: haciendo, comprando, gestionando, trabajando, etc. Cuando regresan a casa sus acciones se convierten en “-adas, -ados o –idos , gestiones realizadas, encargos cumplidos, clases dictadas o escuchadas, trabajos culminados, etc.
Pero casi nunca tu acción permanece mucho tiempo en su forma reflexiva “-ar, -er , ir»: Evaluar, Crear, Decidir, Ponderar, Crecer, Vivir, Reconsiderar, Parar, etc. Y creo que es porque el aparente movimiento de la actividad cotidiana a la que nos hemos acostumbrado nos seduce con su actividad frenética como si el hacer continuo fuera indispensable para Vivir, Ser y Crecer.
Es cierto que la actividad es motivadora, que te imprime un ritmo y te genera recursos, pero también es verdad que la repetición de acciones casi automáticas o programadas por otros te genera también un retraso o postergación de lo que Tú conscientemente puedes crear y decidir para ti. Me dirás, como está tan de moda hoy: “Estoy viviendo el presente”, pero creo que esto pudiera estar encubriendo un: “Estoy sobreviviendo el presente”.
Esto es lo que ocurre si no das el espacio en tu vida para evaluar lo que haces día a día, o al menos semana a semana. Porque siempre hay algo que puede ser reajustado por estar generando una fuga innecesaria de energía o recursos (y no me refiero solo al dinero). Muchas personas piensan que solo el dinero es el que se gasta, pero en realidad, el desgaste y fuga de espacios y tiempo para ti es tanto o más costoso que pagar un sobreprecio o perder tiempo.
Y como este sistema frenético crea cada día nuevos “servicios”, en ese camino del “–ando y –endo» te vas a encontrar con una creciente y variopinta oferta de “productos espirituales” que te prometerán la solución a tu aburrimiento o hastío de tus rutinas habituales. Estos van desde retiros espirituales de lo más tradicionales, clases de yoga, alineamiento de chakras, activación de glándulas que te abrirán facultades extraordinarias, cofradías de ritos ancestrales andinos, hindúes, budistas, metodistas, espiritistas, etc., hasta las novísimas sesiones de “coaching” que te tentarán con la promesa de mostrarte el camino más corto para lograr tu «autorrealización y trascendencia».
Si me permites compartir contigo mi experiencia en este campo, te diré que no existe curso, taller o técnica de meditación que pueda asegurarte un atajo para la “chamba”, personal e intransferible, de conocerte a ti mismo y labrar tu propio camino de trascendencia. Los estímulos pueden ser variados y al gusto del cliente, pero el proceso que va generando la maravilla de tu propio autodescubrimiento y desarrollo está escrita en un lenguaje que solo Tú puedes descifrar. Se nutre de cada paso que das en dirección de tu bienestar, de probar y probar o volver a intentar aquello que te atrae y te hace vibrar de alegría y disfrute. Y aunque suene simplista, el dato siempre está en tu corazón.
Conozco personas que no conocen de “chakras” ni “mantras” pero brillan cada vez que hacen lo que los hace sentir vivos. Hay muchos seres en el mundo que viven de lo que les gusta hacer , y otros, que trabajan en algo distinto pero dan espacio en su vida para ser y hacer lo que les agrada. Existen también los de gran vocación introspectiva que viven aislados del mundo porque así se sienten más cerca de su verdadera esencia, y también están los que prefieren el contacto con grupos humanos y de esa forma, encuentran mayor sentido a su vida. En ambos grupos hay auténticos participantes y líderes, y también, seguidores confundidos y adeptos despistados.
El mundo está girando cada vez más rápido, y por si no tuviéramos suficiente con el mercado de bienes, servicios y tecnología, ahora aparecieron los “Supermercados Espirituales”, los hay nacionales y transnacionales, de venta presencial y online. Que esto no te confunda, recuerda que estás dotado de inteligencia e intuición y tu capacidad de decidir será la que garantice lo más adecuado para ti. De esta manera, ninguna institución, asociación, ONG, escuela, iglesia, parroquia o convento podrán atribuirse la exclusividad de ofrecerte “el camino” para tu autorrealización y evolución.
Te invito a practicar más a menudo la forma infinitiva de tus verbos esenciales: Crear, Sentir, Decidir, Filtrar, Recomenzar, etc.; pues aunque aparentan ser formas generales y neutras, yo creo que son la clave para vivir de manera más consciente y poder recorrer por ti mismo el camino de tu crecimiento, evolución y auténtica realización.